De eso se trata el posporno, una tendencia artística que le pone una cara de franco desdén a la pornografía tradicional presentando cuerpos diversos y diferentes prácticas sexuales.
¿Qué quiere decir cuerpos y prácticas diferentes? Si por asomo, curiosidad o gusto hoy visitara una página de pornografía, lo primero que vería son mujeres delgadas de senos y nalgas grandes, morenas, rubias o pelirrojas: un modelo de belleza que pocos, muy pocos llegan a tener. Por otro lado, vería hombres altos y musculosos, con penes grandes, que embisten a sus compañeras sin compasión. -En la pornografía hay mucha diversidad-, argumentarán algunos: asiáticos, negros latinos, europeos, interraciales, son “diferentes”, pero todos cortados por la misma tijera; mas no sólo eso, también es un tema el exotismo con que se presenta el intercambio sexual con enanos, gordos gay, transexuales o ancianos. Contra eso lucha el posporno.
Sobre ello habló Liz Misterio, la suculenta editora de la revista virtual Hysteria, reconocida entre los ambientes feministas, queer y de disidencias genéricas y sexuales en la Ciudad de México; su publicación es, contó, un espacio que se “interesa todo lo que cruza un cuerpo, que ya no son sólo temas de género sino de clase, raza, precariedad laboral, etcétera”.
Para ella, la forma en que se representan las relaciones sexuales en el porno comercial, se vislumbra un dominador y un dominado, relaciones de poder que trasgreden la cama y se instauran en lo social.
“(Es importante) hacer evidente que todas esas representaciones, tanto las feministas transgresoras, como las otras que se venden con un interés masturbatorio, son política, de género, de conducta y un montón de cosas”, comentó.
Y si logramos romper con la forma en que se visualiza el cuerpo usualmente, podremos enfrentar mejor esa presión social de ser perfecta con cuerpo perfecto, que coge durante horas y se viene escandalosamente frente a la pantalla, siempre con la intención de excitar al tercero que ve la escena sentado en su casa, con una mano en la entre pierna.
Liz explicó que la producción posporno te transgrede porque muestra una práctica más cercana a lo cotidiano, y aunque en nuestros universos no (siempre) nos acostamos con personas que podrían parecer modelos de revista, estamos acostumbrados a verlo y por ello, cuando algo más cercano a la realidad se muestra frente a la pantalla puede ser hasta violento.
¿Posporno?, ¿qué?
Nacido en los años 80, posporno es un término utilizado por el fotógrafo holandés Wink van Kempen, para determinar una serie erótica en las que el objetivo no era masturbatorio, rememora la publicación digital Parole Queer.
Luego de la serie fotográfica, Annie Sprinkle, actriz porno que un buen día se convirtió en la productora de su propio material, utilizó el término para nombrar su performance más famoso, El Anuncio Público del Cuello Uterino, donde invitaba a los asistentes a ver el interior de su vagina con un periscopio.
“Quieres ver más y más, acércate, mira, esto que ves es de verdad el sexo”, dijo mientras abría las piernas sentada en una silla; en aquel entonces, Sprinkle afirmó que los cuerpos de los hombres fueron entendidos y divulgados mientras los de las mujeres quedaron como objetos del deseo, de ahí la importancia de mostrarse.
El posporno es, pues, “una serie de iniciativas de crítica a la pornografía dominante que lejos de renunciar a la representación de la sexualidad, apuestan por la producción de sexualidades disidentes”, dice la publicación, disponible aquí.
¿Y en México?
En nuestro País también hay productores de posporno, entre ellos pueden contarse a Lechedevirgen Trimegisto (Felipe Osorio), Alejandra Díaz Zepeda, Lola Perla, Maira Huerta y Miroslava Tovar, por mencionar algunos.
Ésta última, Miroslava Tovar, contó cómo es que se interesó por la creación de pospornografía y por qué se apropió de la cámara de video como una herramienta política.
“Las mujeres feministas en los 60s se apropiaron del video como una herramienta que llegaba apenas”, dijo.
“(Ellas dijeron): sí vamos a hacer todas las cosas que antes se pensaba que eran de hombres para hombres, pero el video es también una herramienta política para pensar que nosotras las estamos utilizando desde que llega. Entonces, el video fue una herramienta de progresión feminista y a mí me parece importante usarla”.
En su obra, Tovar utiliza diversas imágenes de pornografía convencional ya existentes en la red y las modifica pues para ella, “la pornografía es una representación de las maneras en que nos dicen cómo organizarnos socialmente, o sea, cuando ves pornografía siempre está mostrado, no te avisa que hay alguien sumiso y alguien dominante, pero siempre está ahí explícito.
“Mis videos son maquetas de posibles formas de organización diferente y cuando digo organización son otras maneras de relacionarte con el mundo, contigo y los demás”.
(Si tiene ganas de ver un video de Miroslava, siga el enlace.)
Durante los últimos años, el posporno ha ido ganando lugar entre el público mexicano, eventos como la Veintunilla o la Muestra Marrana, especializados en proyectar porno feminista y posporno tienen un público fiel.
“La Muestra Marrana no es una muestra de porno convencional. Las películas seleccionadas no pertenecen casi ninguna al ámbito mainstream/comercial y tampoco reproducen los códigos tan limitados de las sexualidades heteronormativas. Pretendemos mostrar la multiplicidad de las sexualidades y las prácticas y los motivos por los que muchas de ellas son marginalizadas o estigmatizadas. Ven a expandir tu cuerpo y tu mente. Ven a descubrir que otro porno SÍ es posible”, dice en la página.
Un tipo de producción erótica más humana, crítica, que vislumbra la manera en que las mujeres y las minorías se representan en la imagen, con la seguridad de ser quienes son y de mostrar cómo disfrutan de su sexualidad.
CONVERSACION